En septiembre de 1962, Dylan toca por primera vez en público A Hard Rain’s A-Gonna Fall, en un concierto organizado por Pete Seeger en el Carnegie Hall. Según cuentan, Seeger le pidió a los que actuaban que sólo podrían tocar tres canciones ya que había diez minutos exactos para cada uno. Entonces, Bob Dylan levantó la mano y dijo: «¿Y qué se supone que tengo que hacer yo? Una de mis canciones dura diez minutos».
Cuando Dylan publica Murder Most Foul, la gran mayoría de los medios se decantan por destacar la duración de este nuevo tema, tan solo unos cuantos medios más especializados se centran en el mensaje o en el hecho de tratarse de una obra nueva en 8 años. Y es que Dylan no hace canciones al peso, ni largas, ni cortas. No es una puta carrera para ver quien la tiene más larga. Dylan es un autor lírico que nunca se ha ajustado a ningún canon convencional o comercial y por tanto destacar la duración de sus canciones es un análisis demasiado limitado e insultante para lo que contienen sus obras.
Canción o poema musicado
Es inevitable que la música de Bob Dylan sea evaluada como eso, música, sin embargo Murder Most Foul parece pertenecer a ese rincón donde Dylan encuentra refugio y le da todo el protagonismo a la historia que cuenta, a la historia que hace referencia. Murder Most Foul es sin artificios musicales, las impresiones de una de las voces más autorizadas de los convulsos años sesenta que arranca con uno de los acontecimientos que marcaron la historia moderna, el asesinato de John F. Kennedy.
Su poema musicado está acompañado de un piano, unas cuerdas y la percusión de platillos. La estructura de la música sigue un esquema de un blues en do mayor. Por encima de todo, la voz de Dylan, la más característica de los últimos años. Una voz con una misión, la de contar la historia, casi al más puro estilo de Hurricane, a veces me ha traído reflejos de las alegorías de Blood On The Tracks y del Time Out of my Mind, me ha inspirado brillos del Not Dark Yet, no tanto por la tonalidad o el deje que oculta sino también por las estructuras de esos versos e incluso el ritmo que a veces más lento en la nueva canción pero fue una primera impresión que me llevó a pensar en otras referencias.
La primera que se me vino a la cabeza es la de Last Thoughts on Woody Guthrie. La duración de Murder Most Foul nos lleva a la inevitable comparación de la duración de las canciones de Dylan, aunque en concreto ésta debería estar entre sus poemas o relatos musicados. Con el poema que le dedicó a Woody Guthrie, ocurrió lo siguiente: le solicitaron escribir algo breve sobre él para incluirlo en un libro. Entonces fue cuando apareció en el lengendario concierto del Ayuntamiento de Nueva York de 1963 con 5 hojas. Cuando presentó el poema el propio Dylan dijo a la audiencia: «Me habían pedido que escribiera algo sobre Woody… qué significa Woody para usted en veinticinco palabras». Entonces, siguió «no podía hacerlo: escribí cinco páginas y, las tengo aquí, las tengo aquí por accidente, en realidad».
No se puede decir que Dylan peque de exceso cuando hace estas cosas, solo que tiene la necesidad de entrar en profundidad en todo aquello de lo que escribe, como un acto de responsabilidad. Desde sus inicios, cuando vestía de cronista, relatando el caso de Hattie Carroll o en la crónica apocalíptica de A Hard Rain’s A-Gonna Fall, Dylan tira de todo su ingenio para contar las historias con todo los detalles y convertirlas en auténticas crónicas de episodios históricos.
O bien, como hizo en Blonde On Blonde, escribir toda una oda de amor a su primera mujer en Sad-Eyed Lady of the Lowlands que ocupaba toda la cara B del segundo disco del álbum doble, o como en su Desolation Row que se publicara un año antes en el Highway 61 Revisited y que recibió casi tantas críticas de expertos literarios o poetas que del mundo de la música. Por ejemplo, el poeta inglés que publicó esto en The Daily Telegraph el 10 de noviembre de 1965: «El graznido de Dylan y su voz burlona son probablemente adecuadas para su material… Hay un maratón de «Desolation Row» que tiene una melodía encantadora y palabras misteriosas, posiblemente a medio cocinar».
El misterioso anuncio de Murder Most Foul
El anuncio de la publicación es también parte de lo que ha envuelto a esta nueva obra de Dylan. Ocurre en la medianoche del 27 de marco de 2020, en plena crisis del COVID-19, a través de su perfil oficial de twitter con un enigmático mensaje se anunciaba que Bob Dylan publica su primera obra original desde Tempest (2012).
En el cual dice:
«Saludos a todos mis fans y seguidores con gratitud por todo vuestro apoyo y fidelidad a lo largo de estos año.
Esta es una canción inédita que hemos gradado hace algún timpo y que tú encontrarás interesante.
Estate a salvo, mantente atento y que Dios esté contigo.»
El poema
El poema tiene una estructura de 4 estrofas con una pausa en la cuarta o bien como sugiere la página web especializada en letras, Genius, la estrutura es de 5 estrofas que van in crescendo en número de versos. En ese caso, la primera estrofa contaría con 22 versos; la segunda, con 32; la tercera, con 38; la cuarta, con 18 y la quinta, con 54 versos. O bien, una última y larguísima cuarta estrofa con 72 versos.
El poema arrancan con el asesinato del presidente de los EEUU, en Dallas en noviembre de 1963, John F. Kennedy y su impacto en la sociedad en general y en la cultura en particular. Para ello, aprovecha haciendo referencias y relaciones entre grupos musicales como The Beatles, canciones, películas o personalidades que jugaran un papel clave en la década de los sesenta. Es en esta parte donde hace como en Hurricane, narra, valora e intercala diálogos sobre el hecho histórico, una característica muy de Dylan a la hora de plantear sus crónicas. Al final de la estrofa, Dylan parece ordenar al presentador de radio, Wolfman Jack, hacer un aullido de velatorio por el presidente asesinado.
En la segundo estrofa, aparece una de las referencias más conocidas ya en el poema: «The Beatles are comin’, they’re gonna hold your hand», en clara relación a la canción «I Want To Hold Your Hand» que se grabaría en octubre de 1963, tan solo un mes antes del asesinato de JFK y se publicara como single en EEUU en diciembre de ese mismo año. En esta misma estrofa, Dylan se dirige al presidente directamente en el ya famoso verso: «Don’t say Dallas don’t love you, Mr. President». En esta estrofa, a mi particularmente me gustan los versos: «I’m going down to the crossroads, gonna flag a ride / The place where faith, hope, and charity died».
La tercera estrofa arranca con referencias a dos canciones de The Who: Toomy Can You Hear y The Acid Queen, en unos versos en los que parece que JFK habla en primera persona «I’m riding in a long, black Lincoln limousine / Ridin’ in the back seat next to my wife / Headed straight on in to the afterlife».
En la cuarta estrofa, Dylan comienza a recitar títulos de canciones de cantantes como Etta James o John Lee Hooker. Esta es la estrofa más corta, compuesta por 18 versos.
La quinta y más larga estrofa de todo el poema, compuesta por 54 versos, Dylan continua recitando títulos de canciones populares y conectándolos entre sí, también menciona actores, obras de teatro clásicas o películas.
Recepción
Dylan lanza una canción inédita que no iba a pasar desapercibida ni por quién es él, pero sobre todo por el contenido de la misma en plena crisis del COVID-19.
La canción se interpreta por algunos críticos como «un relato sobre el declive de Occidente» o una «Gran epopeya». Sin lugar a dudas, el mensaje es recibido por sus fans como un completo relato de todo lo que Dylan puede resumir de su intensa vida, partiendo quizás de un momento histórico que también impacto a todo el mundo y donde, a continuación, relata como se van desarrollando los hechos.
Dylan ha realizado una composición que no es ajena a su obra, donde le ha querido dar un protagonismo a la voz que narra el relato de toda una generación, de momentos clave y de personalidades que han influenciado la cultura mundial, como queriendo hacer una obra coral.
Y es precisamente en este punto, donde recuerdo que cuando Dylan fue galardonado con el Nobel, mi impresión personal era que la verdadera importancia del premio es que se podría interpretar de un premio coral, un premio a toda la cultura popular del siglo XX.
«Don’t worry, Mr. President, help’s on the way».