The Lonesome Death of Hattie Carroll es el relato que Bob Dylan hace sobre el asesinato de una camarera negra del Emerson Hotel de Baltimore, en el estado de Maryland. Según relata la canción y como se describieron también los hechos en el juicio, el 9 de febrero de 1963, un acaudalado señor feudal de la industria del tabaco de tan solo 24 años llamado William Devereux «Billy» Zantzinger golpeó violentamente a Hattie Carroll en la cabeza por no servirle lo suficientemente rápido el whisky que había pedido. Unas horas más tarde la mujer fallecía en el hospital. La autopsia reveló que Carroll padecía hipertensión y problemas cardíacos. La sentencia fue de homicidio involuntario y el joven Zantzinger tan solo pasó seis meses en la cárcel tras pagar una multa.
Tras leer y releer la prensa Bob Dylan, indignado decide escribir una canción sobre el suceso. «En esta canción, simplemente dejé que la historia se contara por sí misma. ¿A quién no le hubiera impresionado ver a una pobre mujer muerta a palos por un tipo a quien finalmente le cae una pequeña reprimenda?«. Dylan escribe la canción en un cuadernillo en un restaurante de la Séptima Avenida y el 23 de octubre de ese mismo año decide grabarla para incluirla en el álbum The Times They are A-Changing.
Para Bob Dylan la historia proyectaba el problema de racismo y clases en los EEUU. El 28 de agosto Zantzinger se beneficia de la indulgente sentencia, simbólicamente el mismo día de la marcha de Martin Luther King en el Lincoln Memorial de Washington. La canción se publica finalmente en la cara B del álbum The Times They are A-Changing en 1964, explicitamente afirma que Zantzinger comete «asesinato en primer grado» con «un bastón que giraba en torno al diamante de su anillo».
Zantzinger queda marcado por la canción durante toda su vida, tras salir de la cárcel se dedicó al negocio inmobiliario, unos años más tardes es acusado por fraude. En una entrevista concedida al biógrafo de Bob Dylan en 2001, Howard Sounes se refirió a Dylan «es como una bolsa llena de basura. Debería haberlo denunciado y meterlo en la cárcel [la canción es] una mentira total». Murió en el 2009.
Al igual que When the Ship Comes In y Only A Pawn In Their Games, esta canción está inspirada por la opera Jenny de los piratas (Pirate Jenny), según se lee en el quinto capítulo del Crónicas Volumen I.
La Canción
Letra de The Lonesome Death of Hattie Carroll
William Zanzinger killed poor Hattie Carroll
With a cane that he twirled around his diamond ring finger
At a Baltimore hotel society gath’rin’
And the cops were called in and his weapon took from him
As they rode him in custody down to the station
And booked William Zanzinger for first-degree murder
But you who philosophize disgrace and criticize all fears
Take the rag away from your face
Now ain’t the time for your tears
William Zanzinger, who at twenty-four years
Owns a tobacco farm of six hundred acres
With rich wealthy parents who provide and protect him
And high office relations in the politics of Maryland
Reacted to his deed with a shrug of his shoulders
And swear words and sneering, and his tongue it was snarling
In a matter of minutes on bail was out walking
But you who philosophize disgrace and criticize all fears
Take the rag away from your face
Now ain’t the time for your tears
Hattie Carroll was a maid of the kitchen
She was fifty-one years old and gave birth to ten children
Who carried the dishes and took out the garbage
And never sat once at the head of the table
And didn’t even talk to the people at the table
Who just cleaned up all the food from the table
And emptied the ashtrays on a whole other level
Got killed by a blow, lay slain by a cane
That sailed through the air and came down through the room
Doomed and determined to destroy all the gentle
And she never done nothing to William Zanzinger
But you who philosophize disgrace and criticize all fears
Take the rag away from your face
Now ain’t the time for your tears
In the courtroom of honor, the judge pounded his gavel
To show that all’s equal and that the courts are on the level
And that the strings in the books ain’t pulled and persuaded
And that even the nobles get properly handled
Once that the cops have chased after and caught ’em
And that the ladder of law has no top and no bottom
Stared at the person who killed for no reason
Who just happened to be feelin’ that way without warnin’
And he spoke through his cloak, most deep and distinguished
And handed out strongly, for penalty and repentance
William Zanzinger with a six-month sentence
Oh, but you who philosophize disgrace and criticize all fears
Bury the rag deep in your face
For now’s the time for your tears
William Zanzinger mató a la pobre Hattie Carroll
Con un bastón que giraba en torno al diamante de su anillo
En una fiesta social en un hotel de Baltimore.
Y llamaron a la policía, y le quitaron el arma,
Mientras lo llevaban arrestado hacia la comisaría.
Y acusaron a William Zanzinger de asesinato en primer grado.
Pero quienes filosofáis sobre las desgracias y criticáis el miedo,
Quitaros el trapo de la cara,
Que no es momento para las lágrimas.
William Zanzinger, que a los 24 años
poseía una granja de tabaco de 600 acres,
con unos padres ricos que le protegían,
y con sus relaciones de altura en la política de Maryland,
reaccionó a su condena con un encogimiento de hombros.
Y juró, y se rió sarcásticamente,
y gruñó.
En cuestión de minutos estaría en libertad bajo fianza.
Pero quienes filosofáis sobre las desgracias y criticáis el miedo,
Quitaros el trapo de la cara,
Que no es momento para las lágrimas.
Hattie Carroll era sirviente de cocina.
Tenía 51 años, y dió a luz a diez niños,
que le recogían los platos y sacaban la basura.
Y nunca se sentó en la cabecera de la mesa,
y nunca habló con las demás personas de la mesa,
que se ventilaban toda la comida sobre la mesa.
Y vaciaba sus ceniceros en un agujero.
Fué asesinada en un momento, por el golpe de un bastón
que atravesó la habitación por el aire,
condenado a acabar con lo más dulce.
Y nunca le hizo nada a William Zanzinger.
Pero quienes filosofáis sobre las desgracias y criticáis el miedo,
Quitaros el trapo de la cara,
Que no es momento para las lágrimas.
En el tribunal de honor, el juez golpeó con su mazo,
Para demostrar que todos somos iguales
Que la vara del derecho ni se dobla ni se quiebra
Que también los grandes son tratados como merecens
Que la policía los ha perseguido y capturado.
Y que la escala de la ley no tiene ni principio ni final.
Con la mirada fija en la persona que mató sin motivo alguno,
Que hizo lo que hizo sin sentir nada,
Habló desde su toga, profunda y distinguidamente.
Y condenó fuertemente, como duro castigo,
A William Zanzinger con una sentencia de 6 meses.
Pero quienes filosofáis sobre las desgracias y criticáis el miedo,
Hundíos el trapo en la cara,
Porque ha llegado la hora de las lágrimas.
Malagueño, orgulloso padre de tres pequeñajos. Apasionado por el turismo, la distribución hotelera en Internet, el EMarketing y las estrategias digitales. Socio Director en Sextaplanta Bloguero en Habitacion61.com y Dylanitas Twitter
@javierortizsan
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