Sunnyside de Jake La Botz. La conexión Dylan, Velvet y Tom Waits

Cada vez que me han preguntado por el Nobel de Dylan siempre he dado la misma respuesta: «este era un Nobel coral, un reconocimiento a toda una generación y a la cultura popular».

Dylan no es solo Dylan, Dylan tiene una sombra muy alargada y hay una esquina de esa sombra que desde el año pasado que me tiene enganchado, como hacía tiempo que no me enganchaba a un álbum. Y hoy voy a hablar de él.

Hace unos meses, una tarde de esas de bailes por los pasillos de casa, escobón en mano, estaba a punto de terminar el programa de Radio 3, El Sotano y desde la radio salía una canción que llamó especialmente mi atención (casi todo lo que suena en ese programa llama la atención) pero esta canción en concreto me pareció de esas que hay que buscar y volver a escuchar con detenimiento.

Esa misma tarde dejé caer un tuit en el perfil del programa preguntando por esa canción, no hizo falta dar muchos detalles: «¡Joder! ¿de quién era ese temazo con el que ha cerrado el programa del @SotanoRadio3?» al día siguiente me respondieron amablemente:

En Dylanitas, yo no tenía previsto hablar de otros músicos, para eso hay otros blogs especializados donde saben de música mucho más que yo. Sin embargo, muchos Dylanitas como yo, seguro han soñado alguna vez con un encuentro entre Bob Dylan y Tom Waits donde se fusionara la música de ambos.

Jake La Botz está en ese cruce de caminos. Jerry Stahl, autor de Permanent Midnight, dice en la bios de la web oficial del cantante lo siguiente: «Jake La Botz es un creador de la poesía oscura y la canción inquietante, el tipo de música que se te mete en los huesos y te lleva por días, un sonido y una visión que solo pueden generar aquellos que han estado en el fondo y se han abierto paso con garras. Sus regalos de medianoche evocan a Hank Williams y Skip James tanto como a Tom Waits y Dylan. No todos obtendrán esta música, porque no todos están preparados para la verdad »

Si empiezas a buscar por la web sobre Jake La Botz descubrirás que este bluesman de Chicago ya ha publicado unos 8 discos y ha aparecido en unas cuantas películas. Pero además, encontrarás su último disco, Sunnyside que publicó el 12 de mayo de 2017.

El disco empieza con dos evocaciones al más puro estilo Tom Waits, de los de la época de Mule Variations. En How I Wish She Was Mine, Jake La Botz arranca un tren con ritmo lento, suena desde lejos y avanza hacia ti a toda pastilla. No puedo evitar imaginarme a Tom Waits cantando esta canción en la ducha, preguntándose como es posible que se le escapara cazar estos versos antes que lo hiciera La Botz.

Luego le sigue un clásico, Hobo on a Passenger Train es una canción que parece haber sido grabada en 1977 en un estudio pirata de Nueva York. Es un tema que cuando lo escuchas parece que lo has escuchado desde pequeño. El tartamudeo burlón al estilo Tom Waits deja patente a qué lado del horizonte mira la canción cuando suena.

La batería, al más puro estilo de una maquina de huesos marca el ritmo en los dos temas. Pero en el tercer tema del álbum aparece el lado soleado, Sunnyside. Fue el primer tema que escuché en la radio y el tema que te cautivará a ti, sin duda, si es que estás conociendo este disco a través de mi artículo. Desde el primer golpe de cuerda de la guitarra, ya imaginas a Lou Reed, de pie, en el escenario, con sus gafas de sol negras puestas. La cuesta arriba de la canción que te lleva hasta la cumbre es como un viaje a The Factory.

En Feel No Pain volvemos a escuchar esa percusión sorda y esas maracas de fondo que recuerdan a Tom Waits, aunque la voz de Jake La Botz se suaviza, la canción tiene un marcado acento al de Pomona.

Pero de repente, el rumbo gira en el disco y suena la juguetona Inflatable Duck, como también la maravillosa  Damsel in Distress, ambas gritan con fuerza: Bring it all Back Home!, como si Dylan volviera a reunir a los chicos en el estudio y desempolvaran viejas canciones.

Con la canción Hard to Love What You Kill te temblarán hasta los tobillos, es de esas pocas canciones elegidas para llegar a lo más profundo de las personas para arrancarles unos minutos de atención en los que te quedas boquiabierto mientras los acordes y las palabras de la canción entran y bailan en tu interior. Es tan sincera que hasta suenan los crujidos de las patas de la silla donde esta sentado La Botz tocando la guitarra. Escuchando esos crujidos puedes figurarte, incluso cuando se inclina en ella para suspirar el estribillo de la balada.

Y así acabo mi crónica de este viaje, puede que haya dejado fuera alguna canción, aunque no era mi intención ya que solo he querido describir mi particular homenaje a mi propio disfrute cada vez que escucho el disco.

– Para Dani.

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